En el artículo pasado,
Madre Naturaleza, introducía un nuevo tema en este blog, el amor a la naturaleza, a la ecología, al medio ambiente. Tema con el que quiero continuar, al menos un artículo más. Y es que en estos días he terminado de leer la última encíclica "Laudato Si'" (Sobre el cuidado de la casa común), del Papa Francisco.
Una encíclica, en principio, es una carta que el Papa dirige a todos los fieles católicos. Sin embargo, yo diría, y más en este caso, que puede ir dirigida a toda la humanidad, profesen el credo que profesen o no profesen ninguno. Y es que, en este caso, me atrevo a decir que el 90% de lo escrito por el Papa podría haber sido escrito por cualquier otro líder espiritual, o por cualquier representante de cualquier organización que se dedique a la preservación del medio ambiente. Recomiendo por tanto a todos mis lectores la lectura de esta carta, que se lee rápido y fácil, y de la que se disfruta mucho si uno tiene una mínima sensibilidad hacia el cuidado de la naturaleza.
En mi artículo de hoy señalaré algunas de las cosas que más me han llamado la atención, resumiendo mucho, pues si no lo hiciera me extendería en demasía, dado el interés del escrito de Francisco. Creo que es una carta valiente, que mete el dedo en la llaga de muchas heridas y que sacude la conciencia de muchos católicos que dejan el cuidado del medio ambiente de lado, como un tema secundario, o, lo que es peor, como una invención de "los progres". El Papa, además, cuestiona los modelos actuales de producción y de consumo, y los hace responsables del daño que en las últimas décadas está sufriendo nuestro planeta. Asume como cierto el cambio climático, tan cuestionado desde sectores conservadores, y pide reflexión y acción, pide un cambio en los modelos de producción, una mayor conciencia ciudadana, un cambio en los modos de vida (reducción del consumo y mayor atención a los más necesitados, entre otras cosas). En definitiva, pienso que es una carta revolucionaria y valiente, una carta incómoda para los poderosos y para muchos empresarios, para los que lo más importante es el dinero y lo demás es secundario. Cito a continuación algunas de las frases de la encíclica que más han llamado mi atención.
Dice el Papa, en la introducción de la encíclica, que "esta hermana (llama hermana a la tierra, con palabras de san Francisco de Asís) clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella".
"Toda pretensión de cuidar y mejorar el mundo supone cambios profundos en los estilos de vida, los modelos de producción y de consumo, las estructuras de poder que rigen hoy la sociedad". Aquí cita a Juan Pablo II, en la encíclica Centesimus annus.
"El ambiente natural está lleno de heridas producidas por nuestro comportamiento irresponsable. También el ambiente social tiene sus heridas. Todas ellas se deben a la idea de que la libertad humana no tiene límites".
"Que los seres humanos destruyan la diversidad biológica; que degraden la integridad de la tierra y contribuyan al cambio climático, desnudando la tierra de sus bosques naturales o destruyendo sus zonas húmedas; que los seres humanos contaminen las aguas, el suelo, el aire. Todos estos son pecados".
"Muchos esfuerzos para buscar soluciones a la crisis ambiental suelen ser frustrados no sólo por el rechazo de los poderosos, sino también por la falta de interés de los demás. Las actitudes que obstruyen el camino de solución van de la negación del problema a la indiferencia".
"Debemos limitar al máximo el uso de los recursos no renovables, moderar el consumo, maximizar la eficiencia del aprovechamiento, reutilizar y reciclar. (...) Nos encontramos ante un preocupante calentamiento del sistema climático. (...) La humanidad está llamada a tomar conciencia de la necesidad de realizar cambios de estilos de vida, de producción y de consumo".
"Muchos de aquellos que tienen más recursos y poder económico o político parecen concentrarse sobre todo en enmascarar los problemas o en ocultar los síntomas".
"Este nivel de intervención humana, frecuentemente al servicio de las finanzas y del consumismo, hace que la tierra en que vivimos se vuelva menos rica y bella, cada vez más limitada y gris, mientras al mismo tiempo el desarrollo de la tecnología y de las ofertas de consumo sigue avanzando sin límite".
"No es propio de habitantes de este planeta vivir cada vez más inundados de asfalto, vidrio y metales, privados del contacto físico con la naturaleza".
"No suele haber conciencia clara de los problemas que afectan particularmente a los excluidos. (...) Ello se debe en parte a que muchos profesionales, formadores de opinión, medios de comunicación y centros de poder están ubicados lejos de ellos, en áreas urbanas aisladas. Viven y reflexionan desde la comodidad de un desarrollo y una calidad de vida que no están al alcance de la mayoría de la población mundial".
"La tierra de los pobres del Sur es rica y poco contaminada, pero el acceso a la propiedad de los bienes y recursos para satisfacer sus necesidades vitales les está vedado por un sistema de relaciones comerciales y de propiedad estructuralmente perverso".
"Hay demasiados intereses particulares y muy fácilmente el interés económico llega a prevalecer sobre el bien común y a manipular la información para no ver afectados sus proyectos". (...) La alianza entre la economía y la tecnología termina dejando fuera lo que no forma parte de sus intereses inmediatos".
"Cualquier cosa que sea frágil, como el medio ambiente, queda indefensa ante los intereses del mercado divinizado, convertidos en regla absoluta".
"Tenemos la tentación de pensar que lo que está ocurriendo no es cierto. Eso nos permite seguir con nuestros estilos de vida, de producción y de consumo".
"Hoy el pecado se manifiesta con toda su fuerza en las guerras, las diversas formas de violencia y maltrato, el abandono de los más frágiles, los ataques a la naturaleza".
"La indiferencia o la crueldad ante las demás criaturas de este mundo siempre termina trasladándose de algún modo al trato que damos a otros seres humanos".
El Papa también aprovecha para criticar la absolutización de la propiedad privada, que muchas veces lleva a la marginación de los más débiles: "La Iglesia defiende, sí, el legítimo derecho a la propiedad privada, pero enseña con no menor claridad que sobre toda propiedad privada grava siempre una hipoteca social (...) No es conforme con el designio de Dios usar este don de modo tal que sus beneficios favorezcan sólo a unos pocos".
"Qué significa el mandamiento no matarás cuando un veinte por ciento de la población mundial consume recursos en tal medida que roba a las naciones pobres y a las futuras generaciones lo que necesitan para vivir".
"El hombre moderno no está preparado para utilizar el poder con acierto, porque el inmenso crecimiento tecnológico no estuvo acompañado de un desarrollo del ser humano en responsabilidad, valores, conciencia".
"El mercado por sí mismo no garantiza el desarrollo humano integral y la inclusión social. Tenemos un superdesarrollo derrochador y consumista, que contrasta de modo inaceptable con situaciones persistentes de miseria deshumanizadora".
"La cultura ecológica debería ser una mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que conformen una resistencia ante el avance del paradigma tecnocrático".
"Es indispensable aminorar la marcha para mirar la realidad de otra manera".
Y así podría seguir, citando frase tras frase, de manera que mi artículo se haría interminable. El Papa habla también de la importancia de la biodiversidad, de la contaminación de las aguas y los suelos, habla de la imposibilidad de cuidar la naturaleza si no somos capaces de tener una mirada de compasión sobre el propio ser humano, especialmente sobre los más débiles, critica la cultura del relativismo, la cultura del "usar y tirar", habla de la necesidad de poner límites a los que tienen mayores recursos y poder financiero para lograr una verdadera libertad económica de la que todos se puedan beneficiar, habla de los organismos genéticamente modificados, de los productos transgénicos, habla de la necesidad de que todos tengan acceso a un trabajo y a una vivienda digna, habla de la hipocresía de los políticos, que obedecen a intereses electoralistas olvidando el bien común...En fin, habla de tantas cosas, y con tanta profundidad, que lo mejor es leer la encíclica y empaparse de ella, reflexionarla, meditarla. Se puede adquirir en cualquier librería, pero también se puede "bajar" de la página del Vaticano, a través de este enlace:
Laudato Si'. Si la lees, te encontrarás con muchas más frases e ideas contundentes y maravillosas que no he incluido en el presente artículo por no alargarlo aún más de lo que ya lo he hecho.
El Papa critica duramente diversos comportamientos y diversas actitudes. Atiza sin piedad a la dictadura del mercado, que pone al dinero por encima de todo olvidándose del ser humano, critica el consumismo exacerbado, critica también a determinados cristianos que, "bajo una excusa de realismo y pragmatismo suelen burlarse de las preocupaciones por medio ambiente"...
Pero el Papa, además de criticar, propone soluciones. Algunas se nos escapan de las manos, pues corresponden a los gobiernos, a los empresarios y a los poderosos que manejan el mundo. Pero a nosotros nos propone presionar a esos poderosos para que acaben cambiando los modelos de producción y de consumo. Y también nos propone llevar a cabo acciones, cambios en nuestros modos de vida, que puedan contribuir a mejorar la calidad del medio ambiente: "evitar el uso de material plástico y de papel, reducir el consumo de agua, separar los residuos, cocinar sólo lo que razonablemente se podrá comer, tratar con cuidado a los demás seres vivos, utilizar transporte público o compartir un mismo vehículo entre varias personas, plantar árboles, apagar las luces innecesarias". Son ideas, sólo algunas, entre las muchas que podemos llevar a cabo. Seguro que a ti se te ocurren muchas más. Y para que colabores con este artículo, y por tanto con la preservación y mejora del medio ambiente, te animo a compartirlas aquí. ¿Qué te parece? ¿Te animas? Seguro que si cada uno propone un par de ideas, entre todos sacamos un montón de ellas, y nuestro entorno lo agradecerá. Empiezo yo: propongo dejar de utilizar las bolsas de plástico que nos dan en los comercios, ya sean gratis o de pago, y que a cambio llevemos nuestras propias bolsas de tela. Y como segunda idea, propongo que, si vas al monte o al campo, te lleves una bolsa y metas en ella los desperdicios que te encuentres tirados por ahí. Ya, ya sé que no los has tirado tú. Pero si vamos creando conciencia, quizá poco a poco los espacios naturales vayan estando más limpios...
¡Tu turno! ¿Qué se te ocurre para colaborar con la preservación del medio ambiente?