martes, agosto 26, 2014

VIDAS MONÓTONAS



Rogelio acaba de llegar del trabajo. Entra en casa, saluda con el rutinario saludo de siempre -ya estoy en casa cariño qué hay para cenar-, coge una cerveza de la nevera y se va al salón, donde, mecánicamente, enciende la televisión, coge el mando a distancia, se quita los zapatos, y se deja caer en el sofá.

En la cocina, Águeda prepara la cena mientras comenta consigo misma las noticias que escucha en la radio. Siempre las mismas noticias aburridas e insípidas. Cuando llega su marido le contesta con lo de siempre -hola amor huevos fritos con chistorra-, y continúa a lo suyo, comentando las noticias y pensando por qué a ella no le pasarán algún día alguna de esas aburridas cosas que cuentan en los noticiarios de la radio. Aunque, pensándolo bien, preferiría ser protagonista de algún episodio de Salsa Rosa.

Rogelio se ha ido hundiendo cada vez más en el sofá del salón, y ya no es su culo el que se apoya sino su espalda. Los pies los tiene encima de la mesa, y mira sin interés la televisión. Ya ha recorrido unas cuantas veces todos los canales. Pasa de uno a otro compulsivamente, y cuando llega al final vuelve hacia atrás. Así, una y otra vez.

Águeda ha entrado en el salón, y se ha sentado en una silla, más o menos en frente de Rogelio, más bien a un lado. Mira la televisión y mira a Rogelio. Después mira a Rogelio y mira la televisión. Rogelio no se ha percatado de su presencia, aunque ella lleva allí un rato, mirando alternativamente a la televisión y a su marido. Finalmente se cansa, y decide llamar su atención:

- Rogelio.

-Ah, ¿estás ahí, cariño? ¿Vamos a cenar ya?

- Rogelio, ¿no te has dado cuenta?

Rogelio la mira sin interés ninguno, sin modificar lo más mínimo la expresión de su cara, y con voz de orangután aburrido contesta:

- Ah, sí, te queda muy bien.

E inmediatamente vuelve la mirada a la televisión, donde en ese momento unos luchadores de sumo están a punto de iniciar un combate.

- ¡Rogelio! ¿En serio que no te has dado cuenta? -el tono de Águeda es ya un poco menos monótono, algo más... incrédulo. Rogelio vuelve a mirar a Águeda con la misma cara de interés de antes, o sea, ninguno, y con la misma voz de orangután aburrido de antes, vuelve a repetir:

- Sí, cariño, te queda muy bien.

Águeda se desespera.

-¡¡Rogelio!! ¡No es el pelo!

-¿Ah no?, responde Rogelio mirándola una vez más, con la misma cara de interés que las veces anteriores, y con el mismo tono de... sí, de orangután aburrido.

- ¡Rogelio, me he hecho un transplante de cara! -¿es que no te has dado cuenta?

En ese momento, uno de los luchadores de sumo ha echado al otro del tatami, y celebra la victoria efusivamente. Águeda se levanta de la silla, se dirige a la cocina, y con el mismo tono de siempre da por zanjada la conversación.

-Anda, vamos a cenar. Tú no tienes remedio.

martes, agosto 19, 2014

FE INQUEBRANTABLE



Ayer leí en Internet que había fallecido Cristina Pericas. Una persona totalmente desconocida para mí, e imagino que para la mayoría, sino todos, los que me estén leyendo. Sin embargo, la fuente donde leí el titular de la noticia me impulsó a leer un poco más, a ver el vídeo que dicha noticia adjuntaba, y a enterarme de quién era Cristina Pericas y cuál era su historia. Y al hacerlo, aun no conociendo a Cristina, aun no conociendo a sus padres, lloré y me emocioné. Y recé. Recé por el alma de Cristina, pero sobre todo recé por sus padres, para que sigan demostrando la entereza que han demostrado hasta ahora. Cristina ya les contempla desde el Cielo.

Cristina era una niña de once años que había contraído la enfermedad de la Encefalopatía Espongiforme de Creutzfeldt-Jakob, una enfermedad degenerativa y mortal que va postrando a la persona en la invalidez más absoluta. Cristina fue perdiendo, poco a poco, todas sus facultades. No podía hablar, no podía moverse, no podía llevar una vida en absoluto normal, y su cerebro se iba atrofiando cada vez más. Era la persona más joven del mundo en padecer dicha enfermedad. Dicho así, todo esto parece una historia tristísima, y de hecho lo es. No soy padre, pero puedo imaginarme perfectamente la situación, puedo ponerme en el lugar de unos padres jóvenes que ven cómo a una de sus hijas le diagnostican una terrible enfermedad que le va a arrebatar la vida en menos de un año (finalmente Cristina superó esas expectativas de vida). Imagino perfectamente cómo a esos padres, y a las dos hermanas de Cristina, se les viene el mundo encima, y se preguntan "por qué a nosotros". Imagino momentos de dolor y de desesperación, momentos quizá de preguntar a Dios "por qué", momentos de incredulidad y de rebeldía. 



Pero cuando uno ve el vídeo que ilustra el artículo, descubre algo que va más allá de todo eso. Descubre a una familia unida por el dolor, una familia con una fe inquebrantable que se agarra a la cruz y decide no dejarse hundir por las circunstancias. Una familia que hace todo lo posible por dar a su hija enferma una vida lo más digna y confortable posible dentro de sus circunstancias. Imagino momentos de verdadera angustia al ver que, poco a poco, la niña va dejando de ser lo que fue y se va apagando. Imagino esos momentos en los que, probablemente, uno siente ganas de abandonar, a uno se le acaban las ganas de luchar más. Pero al ver el vídeo, uno descubre a unos padres con una fe tremenda, unos padres que se levantan una y otra vez, unos padres que hacen viva esa frase de San Pablo, "todo lo puedo en Aquel que me conforta", a unos padres que le sonríen al sufrimiento y a la dificultad, miran a Dios y le dicen, "hágase tu voluntad, Tú sabes más". 

Ayer la vida de Cristina se apagó. Pero se apagó aquí en la tierra. Ahora goza de una vida mejor, ahora goza del abrazo del Padre, y desde allí vela por su familia y por todos los que la han acompañado en momentos tan duros y difíciles. Ahora Cristina es un ángel más en el Cielo. Y sus padres, aquí en la tierra, son un ejemplo de entereza y de fortaleza, un ejemplo de cómo la fe mueve montañas y es capaz de sostener en pie a una familia que, en condiciones normales y visto desde un punto de vista humano, se hundiría en la más absoluta desesperación.

Gracias, Juan, gracias Rosa, gracias también a Inés y Marta, las hermanas de Cristina, por este maravilloso testimonio de fe, lucha, entrega y sacrificio. Y, por supuesto, gracias a Cristina, que ahora desde el Cielo vela por los que seguimos peregrinando por este mundo tan complicado y lleno de dificultades, pero trufado también con estas perlas de amor que algunas personas nos brindan y le dan una nota de color a la vida. Gracias de corazón.

P.S.: me he permitido tomar una imagen de Internet, una foto de vuestra familia. Probablemente no lleguéis a leer nunca este artículo, pero si lo hacéis y no creéis conveniente que vuestra foto ilustre mi artículo, sin duda la quitaré. Gracias.

lunes, agosto 11, 2014

ANOCHECE Y AMANECE EN LA MONTAÑA


Hacía tiempo que no dormía en la montaña, y tenía ganas de hacerlo. Ayer, aprovechando que había luna llena, me cogí a Zarko, mi perro, cargué la mochila con lo necesario, y me fui a la aventura. Tuve que vencer para ello la pereza que invita a la comodidad, a quedarse en casa, donde uno tiene una cama confortable, un sitio donde lavarse y hacer sus necesidades, no pasa frío, no se cansa... Pero vencer la pereza, sea cual sea la actividad que por vencerla llevemos a cabo, siempre es una gran victoria. Y si es para algo así, si es para fundirse en uno con la Naturaleza, entonces la victoria es doble.

 El gozo de caminar bajo la luna llena, sin más luz que la proyectada por ella, no se puede describir con palabras. Más difícil es aún describir un amanecer tan espectacular como el que he tenido la fortuna de presenciar. Las fotos que uno puede tomar en situaciones así muestran algo, pero no es lo mismo, ni de lejos, que estar allí. Contemplando la belleza, escuchando el silencio, meditando sobre la pequeñez del ser humano y la grandeza de Dios. Y además, hay fotos imposibles de tomar: al este, el sol se desperezaba. Al oeste, la luna se resistía a irse a dormir. Se miraban cara a cara, se saludaban, se decían adiós. Y en medio, yo, pequeño, insignificante, nada, y, sin embargo, predilecto de Dios. La Naturaleza es grandiosa, la naturaleza nos habla de Dios. Quizá por eso su llamada es tan poderosa y atractiva. Si no creyera en Dios, estoy seguro de que la Naturaleza acabaría venciendo mi incredulidad.

miércoles, agosto 06, 2014

PALESTINA


Lo que está ocurriendo desde hace ya semanas en Palestina es... atroz, por decir algo. No hay palabras para describir el sufrimiento que tiene que estar soportando la población de aquella parte del mundo. Me gustaría recomendar un artículo muy esclarecedor del siempre brillante Juan Manuel de Prada, en el que habla alto y claro, sin pelos en la lengua (como siempre lo hace) y negándose, como siempre, a plegarse al pensamiento políticamente correcto que nos dicta lo que debemos pensar y lo que debemos decir. 


A continuación, sigo con lo que hoy quería contar. Se trata del testimonio y el coraje de Udi Segal, un soldado israelí de 19 años. En palabras de Udi, "Israel puede continuar esta ocupación, pero no en mi nombre". En medio de tanto sufrimiento, de tanto odio, de tanta crueldad, siempre hay sitio para el amor. Siempre hay quien se guía por otros principios, más humanos, más auténticos, más verdaderos. No es cuestión de ideologías ni de religiones. Es, simplemente, cuestión de humanidad.

Cuando a Udi le llegaba la edad de incorporarse a filas, se dedicó a estudiar todo lo que pudo acerca del conflicto entre Palestina e Israel. Y llegó a la conclusión de que él no podía formar parte de la ocupación. Ahora espera pacientemente a ser encarcelado. Es considerado un desertor en su país. Sin embargo, dice que la cárcel no le hará cambiar de opinión. Y añade que son cada vez más los jóvenes de su país que piensan como él. Además, otros 50 soldados del Israel Defense Force, se han negado a participar en las operaciones militares contra Palestina, y han explicado sus razones en una carta enviada al Washington Post. Además, miles de representantes de las comunidades judías de todo el mundo se manifiestan en las plazas contra el ataque israelita a Gaza. ¿Hará esto cambiar de opinión a los "neocón" Occidentales, que se las ingenian de mil maneras para justificar la matanza de palestinos? Lo dudo. Pero es esperanzador saber que hay voces, dentro del propio Israel, que se alzan contra la barbarie, que buscan otra salida al conflicto, que se manifiestan, de una u otra manera, por la paz en la región. En medio del horror, emerge la esperanza. Recemos para que sean muchas más las voces, en uno y otro bando, que se alcen contra la injusticia, para llegar a conseguir una salida pacífica, sin más muerte, sin más sufrimiento.

P.S.: la imagen que ilustra mi artículo no es precisamente bella. Pero... es la verdad de lo que está ocurriendo en Gaza. La inmensa mayoría de las víctimas son niños y mujeres. Inocentes que no tienen culpa de nada. Como el niño palestino de la imagen, herido en uno de los ataques del ejército israelí. ¿Hasta cuándo?

A partir de ahora me puedes seguir en mi nuevo espacio, www.elsuenodelheroe.com ¡Allí te espero!