jueves, enero 15, 2015

PON UN POCO DE PASIÓN EN TU VIDA


Dentro de algo menos de un mes voy a comenzar un curso para formarme como coach. Cuando cuento esto a mis amigos, muchas veces la reacción es muy similar: "Pero... ¿eso tiene salidas? Si ya hay muchos coaches...". Esa reacción me ha hecho reflexionar... y mis reflexiones me han hecho reafirmarme en mi deseo de hacer ese curso.

Y es que, ¿realmente hay que plantearse, a la hora de decidirse a hacer algo, si ese algo tiene salidas laborales? Es una reacción que comprendo, pues ha sido mi referencia a la hora de tomar decisiones durante mucho tiempo. Hasta que he llegado a la conclusión de que esa forma de pensar y de actuar no me ha llevado más que a la frustración, y a seguir caminos equivocados, caminos que, en el mejor de los casos no me llevaban a ninguna parte, y en el peor me llevaban a sitios donde yo no quería estar.  Llevo a mis espaldas varios Máster y un saco de cursos. Llevo muchas horas invertidas en formación que, en el fondo, no me satisface. Y llevo mucho dinero gastado en actividades que yo hacía pensando que tenían salidas laborales, pero sin pararme a pensar si realmente me gustaban, y si me llevaban a donde yo quería estar. Tengo 42 años, y después de todos esos cursos, después de todas esas horas y después de todo ese dinero invertido, estoy en paro. Y lo que es peor, pocas veces he trabajado en algo que me haya aportado la más mínima satisfacción, aparte de recibir un sueldo a final de mes. Así que, visto lo visto, ¿tiene realmente sentido plantearse si algo que uno quiere hacer tiene salidas laborales? Yo creo que no.

La conclusión que yo saco, después de años navegando a la deriva laboral, y después de pararme por fin a reflexionar (y después de hacer un maravilloso curso llamado DPOP en CIVSEM), es que uno ha de hacer aquello que realmente le guste. Esa es la mejor forma de conducirse por la vida. Porque si haces lo que te gusta, si haces algo que te apasiona, lo harás mucho mejor que si haces algo por el mero hecho de tener que ganar un sueldo a final de mes. Y lo más seguro es que, antes o después, eso que haces porque te apasiona te reporte beneficios económicos mayores que los que te aportaría cualquier otra actividad. Pero aunque así no ocurriera, aunque los beneficios económicos fueran menores, no todo en la vida es dinero. Personalmente, pienso que las satisfacciones personales que uno puede obtener haciendo algo que le gusta son mucho más importantes que el dinero que con ello pueda obtener. Evidentemente, hay que comer, hay que vestirse y hay que vivir bajo un techo. Sí, hay que cubrir unas necesidades básicas, y para ello hay que ganar dinero. Pero insisto en que la mejor forma de conseguirlo es haciendo algo que a uno le apasiona.

Seguir el criterio de "hago esto porque tiene salidas", a mí me ha llevado, como decía antes, a la frustración y a la amargura en no pocas ocasiones. Y eso, al final, se traduce en unas peores relaciones con el mundo que me rodea. Y estoy seguro de que no soy el único. ¿Cuánta gente hay frustrada en su trabajo, y que eso luego lo paga (normalmente sin darse cuenta), con sus familiares, con sus amigos, no digamos ya con los desconocidos con los que se cruza por la calle? A mí, gracias a Dios, no me pasa eso. No estoy enfadado con el mundo, llevo una vida feliz, tengo sanas y buenas relaciones... Pero a menudo me encuentro con gente que paga su frustración con los demás, y eso no hace más que incrementar su insatisfacción. 

Pero es que además, si yo me guiara únicamente por el criterio de "tiene salidas" a la hora de elegir mis actividades... ¡qué pobre sería mi vida! Mi creatividad se vería reducida a la mínima expresión, cuando no anulada del todo. Según ese criterio yo dejaría de escribir, pues no me aporta beneficios económicos; dejaría de hacer fotos, dejaría de hacer deporte, dejaría de organizar excursiones al campo para mis amigos, nunca habría adiestrado perros (el beneficio económico no era suficiente para llegar a fin de mes), dejaría de leer, dejaría de cocinar... dejaría de hacer tantas cosas, que, prácticamente, me convertiría en una especie de vegetal. ¿Y no es mejor elegir alguna de esas actividades, y convertirla en mi profesión? Al menos intentarlo, luchar por ello, inventar un camino y seguirlo, soñar y perseguir ese sueño. ¿No es así más rica la vida? Yo, sinceramente, creo que sí. Y por eso, además de buscar un trabajo que me ayude a sobrevivir económicamente, he decidido dedicar más tiempo a partir de ahora a aquellas actividades que se me dan bien, que me apasionan, y que, con esfuerzo y tesón, antes o después puedan convertirse incluso en una profesión, o, al menos, en un complemento a mi profesión, que, hoy por hoy es la de técnico de calidad alimentaria y es donde espero estar trabajando dentro de poco.

Por ello, pronto lanzaré por Internet mi segundo libro de relatos. Y por ello también voy a hacer ese curso de coaching social. No sé si me ganaré la vida o no como coach, lo que sí sé es que seré un buen coach y ayudaré a muchas personas a alcanzar sus objetivos en la vida. Ayudaré a muchas personas a abandonar  ese criterio pobre de hacer las cosas "porque tienen salidas laborales". La vida es mucho más que eso, y debe ser vivida en plenitud, no de una manera rancia y timorata. 

El mundo necesita de gente que ame su profesión, de gente a la que le apasione lo que hace. El mundo es de los valientes. ¡¡Vamos a conquistarlo con pasión!!

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