sábado, enero 10, 2015

PEQUEÑOS ACTOS II


Vamos con la segunda parte de esas pequeñas acciones, al alcance de cualquiera, que pueden ayudarnos a ser un poco más felices. En el artículo anterior nos quedamos en la número 10. Continuemos:

11: Sueña. Dedica algo de tiempo cada día a soñar con aquello que quieres llegar a ser, aquello que quieres alcanzar, aquello que quieres lograr. Piensa cómo vas a alcanzarlo, cree que esos sueños pueden hacerse realidad si empiezas por dar el primer paso. Sueña alto, no te quedes corto, cree en ti.

12: No gastes de más. Vivimos en la sociedad del consumo, nos creamos necesidades superfluas, vivimos por encima de nuestras posibilidades. Limita tus gastos, piensa qué es lo que realmente necesitas para vivir. Te darás cuenta de que puedes prescindir de muchas cosas que, sin darte cuenta, habías considerado imprescindibles. 

13: Anota. Lleva contigo un pequeño cuaderno, una libreta, y anota las ideas que te surjan en los momentos más insospechados. Una de las anteriores acciones consistía en escribir. Cuando uno empieza a tener ese hábito, le surgen ideas en los momentos más peregrinos. Si llevas a mano una libreta, podrás anotar esa idea y después, más tranquilamente, desarrollarla.
También puedes anotar fechas de citas, cumpleaños, aniversarios, etc., para que no se te olviden. O cosas pendientes por hacer, tareas pendientes. Ahorrarás sitio en tu memoria, y no correrás el riesgo de que se te pase alguna cita importante.

14: Organiza tu tiempo. A menudo nos quejamos de que nos falta tiempo para hacer todo lo que queremos hacer a lo largo del día. Pero muchas veces en realidad no es que nos falte tiempo, sino que el que tenemos lo organizamos mal. También es una cuestión de priorizar. No siempre lo más urgente es lo más importante. Haz una lista de lo que quieres hacer a lo largo del día, y piensa qué tiempo vas a dedicar a cada cosa. Verás cómo, poco a poco, el tiempo te cunde cada vez más.

15: Reordena tus prioridades. Como decía antes, no siempre lo urgente es lo más importante. Piensa sobre ello, y después organiza tu lista de actividades en función de ello. Si haces primero las cosas más importantes, comenzarás a sentirte mejor contigo mismo.

16: No pierdas el tiempo. Decíamos antes que a menudo nos quejamos de la falta de tiempo. Pero, ¿cuánto tiempo dedicamos a cosas inútiles, o que no son importantes y nos quitan tiempo de hacer cosas que nos aportarían mayores beneficios? Identifica al menos cinco formas con las que normalmente pierdes el tiempo, y limita el tiempo que les vas a dedicar. ¿Ves mucho la televisión? ¿Dedicas un tiempo excesivo a las redes sociales? ¿Pasas horas delante de Internet sin necesidad de ello? ¿Dedicas mucho tiempo a los video juegos? Son sólo algunos ejemplos. Piensa sobre ello, y cuando estés haciendo algo, pregúntate si estás empleando tu tiempo de la mejor manera que podías estar haciéndolo. Poco a poco lo aprovecharás mejor.

17: Concentra tu energía. Si haces demasiadas cosas, la energía se dispersa. O, como dice el refrán, "el que mucho abarca poco aprieta". Pon el foco en algo, y hazlo sin distracciones. Pon en ello toda tu energía y toda tu atención, sin pensar en lo que vas a hacer después. 

18: Autoevalúate. Al llegar cada noche, piensa en lo que has hecho a lo largo del día. Dedica cinco o diez minutos a pensar en tus logros, en lo que has hecho bien, lo que podías haber hecho mejor, lo que te gustaría haber hecho y no has hecho. Y piensa también qué vas a hacer el día siguiente para hacer mejor lo que quieres hacer mejor. Examínate también al final de cada semana.

19: Ordena tu área de trabajo. Esto está muy relacionado con la acción con la que abríamos el artículo anterior. Si tienes tu zona de trabajo ordenada respirarás mejor, tendrás todo más a mano, no perderás tiempo en buscar lo que necesitas y rendirás más.

20: Come más sano. Aprende qué alimentos son sanos y cuáles no, y empieza a desechar de tu dieta diaria todo aquello que sobra, a la vez que vas incorporando alimentos que contribuyen a mejorar tu alimentación. Que tu medicina sea tu alimento, y tu alimento tu medicina, decía Hipócrates. 
Come cinco veces al día, planea tus menús, bebe al menos dos litros de agua al día, come frutas, verduras, hortalizas, reduce el consumo de carne, también el de fritos, grasas saturadas, alimentos procesados... Una buena alimentación te ayudará a estar mejor contigo mismo.

21: Haz ejercicio. Hazlo todos los días, si puedes. No es necesario que salgas a correr a diario, ni que vayas al gimnasio día sí y día no. Puedes hacer esto un par de días o tres en semana, y el resto de días cambiar ciertos hábitos: olvídate del ascensor y de las escaleras mecánicas del metro; utiliza menos el coche y más el transporte público; bájate una parada antes de tu destino y continúa caminando. Seguro que si piensas un poco se te ocurren más cosas.

22: Medita. Pasa cada día un tiempo en silencio y soledad, contigo mismo, meditando, respirando, calmando tu mente. Sé constante, y poco a poco verás los beneficios. Dicen que después de ocho semanas de meditación los cambios en el cerebro empiezan a ser perceptibles. Desde luego, se ve la vida de otra manera, la atención se vuelve más plena, mejora la consciencia...

23: Aprecia a tu pareja. O aquellos con los que convives a diario. En lugar de fijarte en lo que te molesta, o en sus defectos, busca lo positivo que tienen esa persona o personas, y anótalo. Ten pequeños gestos que fortalezcan la relación.

24: Socializa. Conoce gente nueva en la medida de tus posibilidades. En "la vida real", y también en las redes sociales. Sigue a alguien nuevo en Twitter, comenta en algún blog, etc.

25: Cultiva la paciencia. Si vives en una gran ciudad tendrás mil motivos para ello. Un atasco, un centro comercial lleno de gente, calles atestadas en las que es imposible avanzar... Si no vives en una gran ciudad, también tendrás muchos motivos. Un comentario de alguien que te molesta, un juicio injusto, una llamada inoportuna... Respira, cuenta hasta diez, o hasta cien si hace falta, antes de responder.

26: Da. ¿Recuerdas el punto doce? Si lo llevas a cabo, tendrás más posibilidades de compartir con los que más lo necesitan. Y en cualquier caso, no siempre es necesario tener dinero para dar. Hay multitud de buenas acciones que no requieren dinero ninguno. Incluso bendecir a alguien en silencio. O agradecer y halagar a las personas que lo merecen. A menudo por supuesto que el trabajo que otros hacen por nosotros es lo que deben hacer, y no se lo agradecemos ni lo valoramos. Prueba a hacerlo, con una sonrisa, y pronto verás los resultados. Cuando uno vive dando, antes o después acaba recibiendo. Es el llamado efecto boomerang. Pruébalo. Funciona.

27: Escucha. Pero escucha de verdad. Piensa que escuchar no es guardar turno para hablar. Practica una escucha activa, ponte en el lugar de la otra persona, no juzgues lo que está diciendo aunque no estés de acuerdo. Cuando te estén hablando céntrate en el mensaje de la otra persona, y no estés pensando en lo que vas a contestar. Pregunta si necesitas que te aclaren algo. Escucha. Escucha de verdad.

28: Empatiza. Es parecido al anterior, pero no exactamente igual. Intenta ponerte en el lugar de los demás. Especialmente cuando no comprendas su forma de pensar o actuar. Piensa que cada persona tiene detrás una historia que desconoces, y que le lleva a actuar como actúa. No le juzgues por ello.

29: Confía. Una vez más, no juzgues. Piensa que todo el mundo trata de dar lo mejor de sí mismo. Y que si no te dan lo que querías, probablemente no es por que no quieren, sino porque no saben o no pueden. Confía en la buena voluntad de la gente, intenta comprender, disculpar, e interpretar lo que otros hacen de la mejor manera posible. Piensa bien de los demás.

30: No te compares. Vive tu propia vida, y no te compares con los demás, ni para bien ni para mal.

Intenta poner en práctica estos 30 puntos durante al menos cien días. Cada vez te irán costando menos, empezarán a convertirse en hábitos, y tu vida será más feliz y más tranquila. Empieza a probarlo, y si quieres me cuentas. ¡Ánimo!








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