lunes, septiembre 01, 2014

UN NUEVO CURSO, UNA NUEVA OPORTUNIDAD



Antes de comenzar a escribir he estado dudando sobre el contenido de mi artículo de hoy, y, por tanto, sobre qué título darle. Pensaba en hablar sobre los sueños, sobre cómo luchar por ellos, cómo hacerlos realidad. Pero finalmente he decidido posponer este tema. ¿El motivo de mi decisión? Esta mañana he asistido a la presentación de un curso de desarrollo personal sumamente interesante. Aún no estoy admitido en dicho curso, pero, si Dios quiere y me admiten, el día 15 de este mismo mes comenzaré a asistir a sus sesiones formativas. No hablaré ahora del contenido del mismo, esperaré a que sea una realidad. Pero, si finalmente soy admitido, estoy seguro de que dicho curso me va a proporcionar mucho material para escribir. De ahí que haya decidido aplazar para otro momento un artículo sobre los sueños.

Finalmente, pues, he querido hablar del nuevo curso. Que, visto de alguna manera, tiene algo que ver con los sueños por cumplir. Es muy común en las personas hacer propósitos de mejora. Y hay algunas fechas clave en las que muchos de nosotros nos ponemos a hacer propósitos como locos, a intentar mejorar nuestras vidas mediante el planteamiento de cambios, nuevos retos, etc. Una de esas épocas es la Navidad, el final de año, y otra es esta misma sobre la que hoy hablo, el final de las vacaciones, el comienzo de un nuevo curso.

Es este, sin duda, un momento para plantearse cosas. El verano ha quedado atrás (aún quedan 21 días, y, climatológicamente hablando, parece que se niega a abandonarnos; pero la mentalidad de casi todos es que el verano ha terminado), y atrás han quedado las vacaciones, la playa, el mar, los grandes viajes... Muy atrás quedó también el curso anterior, en el que a algunos les fue mejor, a otros peor, aspectos de nuestras vidas mejoraron y otros quedaron susceptibles de mejora... 

Llega el momento también, al menos para algunos, de las depresiones postvacacionales. Ese estado de depresión en el que muchos se sumen porque ha acabado lo bueno y de nuevo hay que madrugar, hay que pasar tiempo en la oficina, o en la fábrica, o en el hospital, o en el colegio... Sin embargo, esto es precisamente lo que hay que evitar, hundirse por lo bueno que se ha acabado. Porque... ¿es que lo que viene a partir de ahora no es bueno? Hay mucha gente que, aun queriéndolo, no puede trabajar. ¿Y hay quien se queja porque tiene que volver al trabajo? Bueno, no soy quién para juzgar a nadie, ni mucho menos las circunstancias personales de cada uno. Pero pienso que las cosas hay que tomarlas con optimismo, con una visión positiva de la vida. Debemos fijarnos en lo bueno, en lo que tenemos más que en lo que no tenemos, en lo que podemos alcanzar si ponemos en ello empeño y esfuerzo. Podemos dejar sorprendernos por las personas que tenemos a nuestro alrededor, podemos abrirnos un poco más a los demás, dejar que los demás nos transformen, nos ayuden, nos hagan mejores personas. Y, por otro lado, hacer lo mismo nosotros con los demás. Quizá no podemos hacer milagros. Pero sí podemos sonreír, sí podemos ser amables, sí podemos ser serviciales, sí podemos estar atentos a las necesidades de los demás... Y sí, podemos mirar a nuestro alrededor y descubrir un mundo maravilloso a pesar de todos sus defectos, un mundo que puede sorprendernos a cada paso que damos. Dentro de poco los árboles mudarán de color. Y eso, ¿no es maravilloso? Las más pequeñas cosas que ocurren a nuestro alrededor pueden hacernos felices. Pero para eso hay que tener los ojos abiertos (especialmente los del alma, pues como decía Antoine de Sain-Exupèry, en boca de su entrañable Principito, lo esencial es invisible a los ojos), y una mentalidad muy positiva. Sólo con eso, lograremos que el fin de las vacaciones y el principio del nuevo curso no sea un motivo de decepción y tristeza, sino un motivo de alegría por la posibilidad de empezar a vivir nuevas aventuras.

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