lunes, diciembre 22, 2014

UNA VEZ AL DÍA


Todos queremos cambiar el mundo. Hables con quien hables, parece que nadie está demasiado contento con el mundo en el que vivimos. Y no es para menos. Sólo hay que mirar la gran desigualdad que hay entre el llamado primer mundo y el tercero, la cantidad de injusticias que se cometen en el mundo, el hambre, las guerras, la mediocridad de los políticos, y tantas cosas más, para echarse a llorar. A veces dan ganas de meterse en la cama y no salir. Pero... ¿realmente podemos cambiar el mundo? Bueno, no es sencillo. Pero lo podemos intentar. Y para ello hay que empezar por nosotros mismos. Si nosotros cambiamos, nuestro entorno cambiará. Probablemente nuestro entorno sea pequeño, no lleguemos a mucha gente. Pero si nuestro entorno cambia, ese entorno influirá sobre otro entorno. Y así, poco a poco...

Hace tiempo leí en Internet una propuesta muy interesante, de la que saqué algunas ideas. Se trata de una serie de acciones que podemos llevar a cabo diariamente, para ir, poco a poco, pasito a pasito, provocando una transformación en nosotros mismos. 

Se trata de, una vez al día, y durante un año entero, hacer las siguientes cosas:

1. Leer al menos una página al día. De esta manera, al final del año, habrás leído al menos un par de libros. ¿Que te parece poco? Pues adelante, lee más de una página. El caso es saborear el placer de la lectura, enriquecerse con buena literatura.

2. Hacer una foto al día. Esto ya requiere algo más de esfuerzo. Pero no tanto. Todos tenemos ya móviles que hacen fotos increíbles. Así que ni siquiera hay que molestarse por llevar una cámara encima. Párate, contempla lo que tienes alrededor, observa, piensa... y dispara. Al final del año tendrás una colección de imágenes que te darán una idea de dónde está tu punto de vista y cómo evoluciona.

3. Una buena acción al día. Busca la tuya. Hay miles de cosas que podemos hacer para facilitar la vida a los demás. Esto hará que salgamos de nosotros mismos y nos fijemos en qué es lo que necesitan los demás.

4. Una entrada en un blog. ¡Uf, esta ya es más complicada! Y lo digo por experiencia, escribir cuesta. Pero... ¿quién dijo que cambiar fuera fácil? ¡Algún esfuerzo habrá que hacer! Si no, seguiremos igual: quejándonos de lo mal que está el mundo pero sin hacer nada por cambiarlo. A base de pequeños esfuerzos, los que tendremos que hacer para llevar a cabo este repertorio de ideas, iremos educando nuestra voluntad. 

5. Desconectar de todo durante un rato, una vez al día. Ni Internet, ni radio, ni TV, ni teléfono... Tú mismo contigo mismo. Puedes meditar, puedes pensar, puedes hacer yoga, puedes rezar... Al menos durante cinco minutos. Cuando vuelvas al mundo todo lo verás de otra forma diferente. Especialmente cuando lleves haciendo esto muchos días.

6. Buscar una buena conversación con alguien. Tenemos nuestras cuentas de facebook y twitter llenas de amigos, llenas incluso de personas a las que no conocemos. Basta con preguntarle a alguien por su día, cómo le va, si tiene mucho trabajo, si está cansado, triste, alegre. En fin, buscar el contacto con los demás.

7. Un tweet con un hashtag propio, inventado para el momento. Estrújate el cerebro, intenta ser original. O no lo seas. Simplemente escribe, cuenta lo que te pasa, ríete, desahógate, escribe.

8. Vivir sin. Hay cientos de cosas de las que podemos desprendernos. Por ejemplo, la TV, que tanto contamina nuestras mentes. Pues... ¡adelante!

Y, si puedes con más, no te conformes con menos. ¡Adelante! Se está acabando 2014 y pronto empezará 2015. Podría ser este un buen propósito para enriquecer nuestras vidas, y las de los demás, en el nuevo año.

jueves, diciembre 11, 2014

VIVIR CON LOS OJOS ABIERTOS


¿Por qué me quedé callado aquél día, cuando quería gritar?
¿Por qué me rendí tan pronto, cuando aún me quedaban fuerzas?
¿Por qué pesó más hacer lo correcto, que hacer lo que realmente sentía?
¿Por qué fue más importante dar una buena imagen, que dar un buen abrazo?

Son algunas de las preguntas que se hace el protagonista del vídeo que presento a continuación. Jano Galán es un chico de 38 años, casado y con tres hijos. En mayo de 2012 le fue diagnosticada una terrible enfermedad: ELA. Sabe que va a morir pronto, y ha decidido vivir de verdad la vida que le quede. 



Son muchas las preguntas que surgen al ver este triste, pero a la vez alentador vídeo. Un vídeo que debería lanzarnos a la acción. Y es que a menudo nos pasamos el tiempo esperando a que ocurra algo para empezar a vivir. Esperamos a tener un buen trabajo para hacer esto o aquello; esperamos a tener mayor estabilidad emocional para decirle a esa persona que tanto nos gusta que queremos caminar con ella por la vida; esperamos a que otro nos diga te quiero para decírselo nosotros también; esperamos a  estar seguros de que vamos a ser correspondidos antes de decir a alguien "me gustas"; esperamos a tener mejor salud para empezar a hacer algún deporte; esperamos a tener más dinero para hacer aquel viaje soñado; esperamos a que las circunstancias sean más favorables para llevar a cabo aquel proyecto que tanto anhelamos. Y mientras esperamos, la vida pasa, y nunca nos ponemos en marcha porque siempre hay algo por lo que esperar, siempre encontramos la excusa perfecta para no dar el primer paso.

La vida es breve, pasa en un suspiro. Y puede llegar un día en el que ya no tengamos tiempo de hacer todas aquellas cosas que queríamos hacer. Llegará un día en el que miraremos atrás, y nos preguntaremos si vivimos como en realidad queríamos haber vivido, si llevamos a cabo nuestros sueños, si luchamos por aquello que de verdad nos importaba, si fuimos capaces de amar sin reservas, entregando el corazón sin miedo a salir heridos. Y llegará un momento en el que, si no hemos hecho todo eso, será ya tarde. Por eso hay que vivir ahora, con lo que tenemos, apostando fuerte por la vida, apostando por el amor, jugándonos todo a una sola carta, arriesgando, liberándonos de falsas ataduras, amando con mayúsculas, sin complejos, sin miedos, sin paracaídas. 

Podemos y debemos ser extraordinarios. No conformarnos con ser uno más, uno del montón. La vida es bella, y merece la pena ser vivida a lo grande. ¿Por qué conformarse con ser ave de corral, si podemos volar como águilas? La lección que nos da Jano es esa. Empezar a vivir ya, sin esperar más. Sin esperar a que pase algo. Sin esperar a que ya sea demasiado tarde. La vida empieza hoy, es ahora. No mañana, ni otro día. Hoy, aquí, ahora.

domingo, diciembre 07, 2014

AMISTAD

-¿Quién eres? -dijo el principito-. Eres muy lindo...
-Soy un zorro -dijo el zorro.
-Ven a jugar conmigo -le propuso el principito-. ¡Estoy tan triste!...
-No puedo jugar contigo -dijo el zorro-. No estoy domesticado.
(...)
-Pero si me domesticas (...) serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo...
(...)
-Si me domesticas, mi vida se llenará de sol. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los otros.
(...)
-Para mí el trigo es inútil. (...) Pero tú tienes cabellos color de oro. Cuando me hayas domesticado, ¡será maravilloso! El trigo dorado será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo...
(...)
-Sólo se conocen las cosas que se domestican -dijo el zorro-. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Compran cosas hechas a los mercaderes. Pero como no existen mercaderes de amigos, los hombres ya no tienen amigos. Si quieres un amigo, ¡domestícame!
(...)
-Pero yo le hice mi amigo, y ahora es único en el mundo.
(...)
-El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante.
(...)
-Eres responsable para siempre de lo que has domesticado.

Son extractos, los anteriores, extraídos del pasaje de "El Principito" en el que el principito conoce al zorro, y este le cuenta cómo debe hacer para ganarse su amistad. Bello pasaje acerca de la amistad, lleno de delicadeza y sensibilidad. Pasaje que, cada vez que lo leo, me hace reflexionar acerca de la importancia de los amigos.

La amistad, hoy día, no es fácil de encontrar. Vivimos en un mundo que corre a toda velocidad, absorbido por las nuevas tecnologías, dominado por las máquinas, un mundo despersonalizado e informatizado, un mundo en el que la soledad hace estragos. En gran medida, las relaciones personales han sido sustituidas por las relaciones a través de las redes sociales, del whatsapp, del correo electrónico. Especialmente las grandes ciudades son agujeros negros que se tragan las relaciones de amistad, son lugares oscuros en los que todo el mundo corre hacia ningún sitio y nadie se detiene a tener una conversación pausada con su vecino a través de la cual descubrir puntos en común, son espacios en los que, paradójicamente, uno puede sentirse tremendamente solo aun estando rodeado de miles de personas. Vivimos a menudo relaciones totalmente despersonalizadas. Como se puede ver en la película "Her" (recomiendo verla a quien no lo haya hecho ya), en numerosas ocasiones la tecnología sustituye a los amigos. Y es una pena, porque, además, eso acaba dejando un gran vacío y mucha amargura en el corazón.

La amistad es algo que requiere tiempo, es algo que hay que cultivar, es algo que, si no se cuida, si no se alimenta, muere rápidamente. La amistad está relacionada con la calma y la quietud, con la perseverancia, por supuesto, con la generosidad. La amistad huye de las prisas, del apresuramiento, del bullicio, del caos. Una buena amistad hace más amable y más plena la vida, la tiñe de colores intensos, la hace, si se me permite la expresión, más "vivible".

Se puede construir una amistad a partir de unos intereses en común, a partir de afinidades ideológicas, a partir de sentimientos comunes... incluso, a veces, simplemente a partir de sentirse bien uno con otro, sin más motivo aparente que ese. Pero, como decía más arriba, la amistad, una vez que surge, hay que alimentarla y cuidarla, porque si no se agosta, se marchita, y al final acaba muriendo. Y si se cuida y se alimenta, se hace fuerte, se crean lazos indestructibles, y puede llegar a ser un potente antídoto contra la tristeza o la depresión. Puede surgir también, a través de la amistad, el amor, y dar paso a una relación de pareja indestructible, de firmes raíces que ni las más fuertes tempestades pueden arrancar.

Como decía más arriba, no es fácil hacer amigos, amigos de verdad, hoy día. Porque una cosa son esas personas con las que uno está un rato, simplemente para divertirse, y otra muy diferente son los amigos. Esas personas que están siempre, especialmente cuando más las necesitas. En los momentos buenos, en los malos, y en los regulares. Esas personas que, incluso sin que tú les digas nada, perciben tu estado de ánimo e intuyen que no estás pasando un buen momento. Esas personas por las que pondrías el mundo del revés simplemente por sacarles una sonrisa. 

Y como no es fácil hacer amigos, pues vivimos en el mundo de la superficialidad y el falso interés, merece la pena esforzarse por cuidar y alimentar esas relaciones iniciales que surgen con alguien que conoces un buen día, y que, con tiempo y dedicación, pueden convertirse en relaciones para siempre.

Invito a dedicar menos tiempo a las redes sociales, a Internet, a los "smart phones", y dedicar más tiempo a visitar a los amigos. Incluso sorpresivamente, sin motivo alguno, simplemente porque sí. Invito a dedicar tiempo de calidad a los amigos, a crear nuevas amistades, a desterrar la expresión "no tengo tiempo" como excusa para no salir de casa. ¿Cuántas cosas de las que hacemos habitualmente podemos sustituir por pasar un rato con un amigo? Al final, esos tiempos pasados con los amigos son los que van a llenar de calidad nuestras vidas, son los que alimentan nuestra alma y los que hacen brotar en nosotros verdaderos sentimientos de fraternidad. Creo que no exagero si afirmo que el mundo cambiaría para mejor si dedicáramos más tiempo a los amigos y menos tiempo a Internet o a la TV.